domingo, 12 de marzo de 2023

 

Interesante nota del medio de Pergamino diarionucleo.com sobre el Canal del Norte de la Provincia de Buenos Aires, proyecto que inició su construcción en 1902 por el gobernador Marcelino Ugarte para ser interrumpido ocho años más tarde por el gobernador Inocencio Arias.

  Aunque no cita las fuentes de sus datos y tampoco de las fotos (algunas mías, publicadas en este blogspot, otras de www.alepolvorines.com.ar o del Archivo Histórico de Junín), es valioso que mantenga viva la memoria de este proyecto y la importancia de un modelo de transporte de vigencia indiscutida en varios países europeos.  

https://diarionucleo.com/medio-del-campo/234683-obra-faraonica-canal-norte-que-busco-unir-agua-sal/


domingo, 23 de octubre de 2022

 VÍAS NAVEGABLES

El Canal de Navegación del Norte de la Provincia de Buenos Aires. Testimonio de un país que no fue

Su construcción se paralizo en 1910 con el 80 % de las obras terminadas y todavía pueden verse algunas de sus esclusas

JUAN MARCELO GAVALDÁ (*)

La Constitución de 1853-1860 incorporó las ideas de Alberdi en el artículo 64 conocido como "cláusula del progreso", encomendando al Congreso promover la construcción de canales navegable y disponiendo en el art.107 que las provincias también pueden promover la construcción de canales navegables por leyes protectoras de estos fines y con recursos propios.

Bajo este marco, surgieron a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX proyectos como la canalización de los arroyos Maldonado y Medrano, el canal de navegación de Lobos con La Plata, el canal de navegación desde Olavarría hasta el Riachuelo, la unión de los ríos Lujan y Reconquista con el Matanza - Riachuelo, y el Canal de Navegación del Norte. Ninguna de estas iniciativas se concretó.

En 1904 la Legislatura bonaerense sancionó la ley 2.832 autorizando al Ejecutivo para construir un canal de navegación que, partiendo de Baradero, llegaría hasta Junín, aprovechando los cursos de agua existentes. El Congreso Nacional sancionó la ley 4.284 autorizando al gobierno nacional para contratar con el bonaerense la construcción de un puerto de ultramar sobre el Río Paraná de Las Palmas, en una de las cabeceras del canal. 

Es imposible hablar del Canal del Norte sin referirse a Eduardo Cormick, talentoso novelista que además de investigar la historia del canal, escribió la novela "El Primer viaje" donde, justamente, la acción y los personajes transcurren en torno al malogrado canal.

Cormick señala que el canal tendría 308 km y esclusas para sortear las diferencias de cota, algunas de las cuales se construyeron con sus compuertas para facilitar la navegación de las barcazas chatas (de 23 m de eslora y 4 m de manga) tiradas por caballos; que se preveían puertos, galpones y caballerizas y que las obras serian inauguradas en 1910 en el marco del centenario de la patria.

Expropiadas las tierras necesarias, arrancaron las obras y al poco tiempo se sucedieron inundaciones, faltantes de materiales, aumentos en los costos y atrasos en los pagos. En 1907 la Legislatura dictó la ley 3.030 ampliando el crédito autorizado para solventar los gastos de la construcción.

Entre los obstáculos que enfrentó la obra se señala el lobby de las empresas ferroviarias, las tardanzas en los pagos que provocarían serias diferencias entre el constructor y la provincia, las discrepancias sobre los estudios facticos y la opinión contraria del Ing. Huergo.

En 1910, el gobernador Arias anunció la interrupción de las obras. Para ese entonces, no menos del 80 % de la obra estaba finalizada y del total de 22 puertos previstos, unos 17 ya estaban listos (incluso el puerto de ultramar sobre el Rio Paraná de Las Palmas).


En mayo de 1913, mediante ley 3.484, la Legislatura bonaerense autorizó al Ejecutivo provincial para someter a un arbitraje las diferencias suscitadas con el contratista, con motivo de la liquidación definitiva de las obras efectuadas.

En 1914 las fuertes crecidas obligaron a los vecinos a solicitar permisos para colocar caños de desagües en el terraplén del canal. Hacia 1917 la vigilancia de las obras todavía generaba gastos en sueldos, los que se intentó reducir otorgando permiso a los propietarios de los campos para que utilizaran las instalaciones con el compromiso de cuidarlas.

Lo cierto es que la obra nunca se terminó y el gobierno bonaerense perdió todo lo invertido.

Años más tarde, en Salto y Arrecifes se dinamitaron las esclusas para evitar inundaciones durante las crecidas.



Quien visite el Partido de Salto (Bs. As) podrá encontrarse con un tramo de la centenaria excavación y las esclusas abandonadas, como testimonio de un país que pudo ser y no fue.

(*) Abogado (UBA), Profesor en Ciencias Jurídicas (Universidad del Salvador) y Diplomado en Derecho Constitucional Profundizado (Universidad Austral). Docente de Derecho de la Integración (UBA), Derecho Constitucional (UB) y Derecho Administrativo (UNPAZ). Miembro Adjunto de la Asociación Argentina de Justicia Constitucional y Miembro Adherente del Instituto Nacional Browniano.

El autor agradece a Eduardo Cormick y a Oscar Eduardo Quiñones (Museo Histórico de Salto) por sus indicaciones para poder localizar las esclusas abandonadas y a Julieta Sordoni por acompañarlo en el descenso hacia las entrañas del canal.

Un estudio más completo sobre la canalización en la Argentina, obra del mismo autor, puede descargarse gratuitamente del siguiente link 

repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/11117

lunes, 14 de septiembre de 2020

FOTOS Y UN POCO DE HISTORIA






06/06/2017 - Con motivo de la presentación del libro “El Primer Viaje" de Eduardo Cormick, han comenzado a circular interesantes fotos que no se tenían de lo que fuera la obra inconclusa del Canal de Navegación del Norte de la Pcia. de Buenos Aires, que con comienzo de obra en el año 1904, durante la gobernación de Marcelino Ugarte fuera paralizada en el año 1910.
Una de las fotos corresponde a lo que era y se denominaba “Puerto de Arrecifes”, ubicado a 90 kil
ómetros del final de obra en el Río Paraná, lugar donde se encontraban almacenados los materiales de obra e instalaciones para la caballeriza que por el sistema de sirga moverían las barcazas por el canal, y otra correspondiente a estas solidificaciones del cemento que estaban depositados en los galpones del puerto, que se encontraría en el lugar donde los arrecifeños tuvimos lo que llamamos ”Piedra 25, cuando el Río era excluyente lugar de recreación, ubicada precisamente a esa distancia del entonces puente de madera existente sobre lo que es hoy Ruta 191. Para muchas generaciones estas solidificaciones fueron simples asientos que se encontraban en la costa en lo que es hoy el Club Náutico Arrecifes, algunas se cayeron al fondo del Río, debido que la costa fue erosionada por las aguas y otras están presentes en el Club Náutico como da cuenta la foto.
También es interesante esta foto que para el proyecto era Primera Sección
Tajamar y esclusa N° 10, Km. 90,750. Lo es, porque nunca se tuvo la posibilidad de apreciar la obra desde el ángulo que se la muestra. Permite ver el agua embalsada, y lo existente en la margen derecha del Río.


Periódico Arrecifes, 6 de junio de 2017

El Canal del Norte en El cofre, por el canal de you tube de la Secretaría de Cultura de la ciudad de Junín

 

14 de septiembre de 2020

Rocío Castiello, estudiante de la carrera de Técnico superior en guía de turismo del Instituto Superior del Profesorado Junín, preparó la siguiente presentación para el ciclo El cofre, que difunde el canal de you tube de la Secretaría de Cultura de la ciudad de Junín.

Para escucharlo, copiar el siguiente enlace y pegar en el buscador de google:

https://youtu.be/zj1yB_Cn0Vo


martes, 25 de febrero de 2020

El Canal del Norte en Infocielo Noticias del Bicentenario





://infocielo.com/nota/114876/el-canal-del-norte-icono-de-los-proyectos-truncos-de-la-provincia-de-buenos-aires/

NOTICIAS DEL BICENTENARIO

El Canal del Norte:

ícono de los proyectos 

truncos de la provincia 

de Buenos Aires

24 de Febrero de 2020


La historia del Canal del Norte no es distinta a la de numerosas obras de infraestructura que se proyectaron y abandonaron en 200 años de historia bonaerense. Llegó a tener 100 kilómetros de extensión y dejó enormes ruinas entre Junín y Salto.

En el discurso inaugural de las sesiones de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, el 1° de mayo de 1910, el flamante gobernador José Inocencio Arias anunció la interrupción de las obras del Canal de Navegación del Norte de la Provincia de Buenos Aires.

El Canal del Norte, como se le llamó, había sido proyectado para unir las lagunas Mar Chiquita y Gómez, en el noroeste provincial, con el río Paraná y dar, de ese modo, un medio de transporte alternativo a los ferrocarriles, para transportar la creciente producción agrícola y ganadera que generaba esa zona.
Este anuncio del nuevo gobernador de Buenos Aires fue un anticipo de lo que durante las décadas siguientes sería una constante en la vida de las instituciones argentinas: la falta de una política permanente, que permita integrar todas las potencialidades del país en beneficio del conjunto.
Las empresas ferroviarias fueron un actor preponderante para malograr el proyecto. Con el paso de los años, y la decadente eficiencia de los ferrocarriles, enormes flotas de camiones atestaron las rutas para suplir a los trenes, a razón de cincuenta camiones por cada tren para la misma carga, con el consecuente incremento de costos y pérdida de rentabilidad.

El contexto de estas decisiones fue el del nacimiento de la Ciudad de La Plata y los primeros pasos para darle forma definitiva al Estado. En esa ciudad se instaló una nueva administración provincial, dispuesta a dar cauce a toda la potencia productiva de la provincia, y dotarla de las herramientas que el mundo moderno ofrecía. De este modo, Buenos Aires, la provincia, impulsó la creación de un puerto propio para la ciudad de La Plata; un sistema propio de telégrafos y de ferrocarriles.
Conscientes de las enormes distancias desde los extremos hasta los puertos, los dirigentes políticos y sus cuadros técnicos pusieron sobre la mesa todas las opciones posibles para lograr una logística que permitiera sostener, en el nuevo siglo, el ritmo de crecimiento que había experimentado Buenos Aires desde finales del siglo XIX.
La obra del Canal del Norte se inició a partir de la iniciativa del ingeniero Ángel Etcheverry, que fue nombrado titular de ese ministerio por el gobernador Marcelino Ugarte y se mantuvo en el cargo con el sucesor de éste, Ignacio Irigoyen.
Ángel Etcheverry era un ingeniero especializado en hidráulica y estaba en la dirección del puerto de La Plata cuando fue convocado como ministro de Ugarte, quien, en la misma ceremonia de asunción al cargo anticipó el envío de la ley para la creación de un sistema de canales que permitieran comunicar de manera eficiente las zonas de producción con los puntos de salida hacia Gran Bretaña, por entonces el principal consumidor de los productos de la pampa húmeda.
Junto al Canal del Norte se proyectó otro que se extendería desde Olavarría y Tapalqué hasta el puerto de La Plata, así como un canal secundario al Canal del Norte que permitiría conectar a Pergamino con el canal en la localidad de Salto.
Desde el momento mismo del anuncio, el proyecto se enfrentó a las más variadas dificultades.
En primer lugar, el proceso de licitación y adjudicación. Se extendió hasta 1905, cuando el ingeniero Martínez fue seleccionado para hacerse cargo de la obra. Con los recursos asignados y el anticipo efectuado, el adjudicatario renunció a realizar la obra, por lo que el proyecto pasó a manos del ingeniero Candiani, el cual cedió la ejecución a Luis De Filippi, proveedor de materiales que tenía su corralón en la calle Rojas, en el barrio de Caballito de la ciudad de Buenos Aires. Aunque De Filippi no era ingeniero ni experto en hidráulica, la provincia decidió mantener la contratación y cumplió con los pagos para la obra que, nobleza obliga, avanzó de manera sostenida en los años siguientes.
En segundo término, un hostigamiento permanente por parte del ingeniero Luis Augusto Huergo. Huergo fue el primer ingeniero graduado en Argentina; decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, primer presidente de la Sociedad Científica Argentina. Dueño de una vasta experiencia en construcción de puertos y canalizaciones en el país, Huergo argumentó que el agua de las lagunas del noroeste bonaerense no sería suficiente para sostener el caudal requerido.
Santiago Roth, un geólogo que trabajó al servicio de Florentino Ameghino para el Museo en las tareas de exploración paleontológica en la pampa húmeda y viajó hasta el sur chileno para descubrir, documentar y comentar la cueva del milodón, y que había sido contratado por el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico para relevar las fuentes de agua para abastecer a las locomotoras a vapor, dio un categórico argumento en contra de la opinión de Huergo.
Dijo que existía la posibilidad de proveerlo con el agua del río Cuarto que, demostró, circulaba subterráneamente y de modo permanente. “Todos los ríos y arroyos de la provincia de Buenos Aires que están alimentados por agua surgente de la misma naturaleza, como el arroyo del Medio, los ríos Arrecifes, Areco, Luján, etc., son de agua permanente y nunca se ha secado ninguno de estos, ni en los tiempos más secos”, explicó.1
Después de cinco años de trabajos, interrumpidos en algún momento por las cíclicas crecientes de los ríos Salto y Arrecifes, para el año 1909 se había abierto a pico y pala un canal artificial de cien kilómetros que salía de Junín y llegaba hasta el río Salto, luego de pasar por Chacabuco y salvar 40 metros de cota con diecisiete esclusas; se habían levantado dieciséis de los dieciocho puertos proyectados, con sus almacenes y dependencias, incluyendo el puerto sobre la Boca de Abajo del Riacho Baradero, en el río Paraná, con capacidad para recibir los barcos de gran calado.
La comisión a la que se le encargó la auditoría de las obras, encabezada por el ingeniero Enrique De Madrid, dictaminó en noviembre de 1909 que “la factibilidad de la navegabilidad será asegurada fácilmente dentro del plan general de ejecución establecido” y que “la realización de las obras, introduciendo un medio de transporte nuevo en el país, contribuirá eficazmente a la regularización de las tarifas ferroviarias y, por lo tanto, al desarrollo de la riqueza pública”.2
En efecto, los costos para el Canal del Norte fueron estimados en algo menos de $30.000 moneda nacional/km, cuando el costo promedio para el transporte por ferrocarril era cercano a los $100.000 moneda nacional/km.3
Ese año fue el cambio de gobierno en la provincia de Buenos Aires. Marcelino Ugarte, quien había enviado el proyecto a la legislatura provincia en 1902, se postulaba para volver al cargo y fortalecer desde allí sus pretensiones presidenciales. Tal vez al tanto de sus ambiciones nacionales, o por bloquear los proyectos económicos del grupo que lo acompañaba, lo cierto fue que Ugarte no logró ser elegido gobernador por segunda vez y, por supuesto, no llegó nunca a ser presidente.
Ese año 1910 terminó la carrera de Etcheverry en Obras Públicas y el Canal de Navegación del Norte de la Provincia de Buenos Aires pasó a ser un recuerdo cada vez más borroso.
En 2008 un amigo me comentó que Junín tuvo, hace mucho, un puerto. Entonces hice un esfuerzo para que él no percibiera mi sonrisa de descreimiento. Cuando, después de consultar algunos pocos documentos disponibles y llegar a la Memoria del Proyecto en el Tesoro de la Biblioteca Nacional, pregunté a vecinos de la zona, sólo la gente de Salto y Arrecifes tenía una memoria, parcial y muchas veces distorsionada, de ese ambicioso proyecto que hubiera sido, tal vez, un aporte a la reducción de los costos de flete de los productos, y que hoy están en el centro de la discusión de política económica: cómo reducir los costos de transporte y volver más competitiva nuestra producción.
Escribí una novela que usa el Canal del Norte como escenario y trama, que presenté al cumplirse el primer centenario de la clausura del proyecto4. Para muchos lectores el proyecto y las acciones no pasaban de ser un curioso recurso ficcional, de difícil e improbable veracidad.
Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia, entre otros, han construido antes y después, canales de navegación con el propósito de transportar, de manera eficiente y con bajo costo, las mercaderías desde y hacia los puertos de ultramar. Todavía hoy, bien entrado el siglo XXI, estos canales son aprovechados para trasladar mercancías y, si no, para transportar a curiosos turistas por el mediodía francés o la verde planicie irlandesa. Pero ninguno de esos países eligió suprimirlos porque se inventó la locomotora a vapor y el ferrocarril, como no abandonaron el ferrocarril cuando se inventó el motor a combustión y se perfeccionaron los camiones.
La ausencia de continuidad en el tiempo, sumada a improvisación e impericia en el momento de la ejecución, parecen ser una constante en las políticas públicas de Argentina, que llevan al país a avances y retrocesos, abandono de proyectos ya iniciados y enorme derroche de dinero y energía.
El autor nació en Junín en 1956. Escribió las novelas Almacén y despacho de bebidas El Alba (1992), Quema su memoria (2004) y El primer viaje (2010), y de los libros de relatos Entre gringos y criollos (2006) y Hasta que aclare (2017). Fue premiado por la Secretaría de Cultura de la Nación (1992), la Fundación Fortabat (1996) y la Fundación El Libro (2004).

1- Roth, Santiago. “La construcción de un canal de Bahía Blanca a las provincias andinas, bajo el punto de vista hidrogeológico”. Revista del Museo de La Plata, tomo XVI (segunda serie, tomo III) pp 171 a 203 (1909)
2- De Madrid, Enrique. Informe de la Comisión de Vocales del Departamento de Ingenieros. Canal de Navegación del Norte entre Mar Chiquita y Paraná de Las Palmas. La Plata (Bs As): Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, 1909
3- De Madrid, Enrique. Ibid
4 Cormick, Eduardo. El primer viaje. Junín (Bs AS): De las 3 lagunas, 2010





miércoles, 5 de febrero de 2020



 Una Venecia en la Argentina: el frustrado canal de 300 km que pretendía unir la provincia de Buenos Aires

El diario La Nación publicó el 22 de mayo de 2019 en su sitio web, esta nota de Federico Acosta Rainis.


https://www.lanacion.com.ar/sociedad/una-venecia-argentina-frustrado-canal-300-km-nid2249750


Las obras del Canal del Norte en 1906



jueves, 6 de julio de 2017

El Canal del Norte en un informe preparado por Telam




        






















































































































































































La agencia de noticias TELAM  difundió el 1° de Julio la siguiente nota en la que hace referencia al proyecto del Canal del Norte                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    01/07/2017 15:36     INUNDACIONES-LLANURA PAMPEANA-HISTORIA

LAS OBRAS HÍDRICAS INCONCLUSAS QUE PODRÍAN HABER CAMBIADO LA HISTORIA DE LAS INUNDACIONES

Buenos Aires, 01 de julio (Télam) María Aguirre
La gestión de recursos hídricos en la llanura pampeana y en el Litoral arrastra fracasos desde principios del siglo pasado, no sólo en la cuenta de obras inconclusas o superadas por la hostilidad del cambio climático, sino también en la repetición de esquemas que no garantizaron soluciones definitivas y en la ausencia de proyectos a largo plazo.
Expertos en hidrología, ingeniería y desastres coincidieron en señalar que desde el siglo XIX la dirigencia política incurrió en el mismo error: desoír las recomendaciones de Florentino Ameghino, que ya en 1884 advertía en su libro "Las secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires" que no se trata sólo de administrar los excesos de agua sino también los faltantes.
La provincia de Buenos Aires todavía muestra las ruinas de una ambiciosa obra inconclusa de la primera década del siglo XX, vestigios de una red de vías navegables de 340 kilómetros entre Baradero y Junín pensadas para transportar productos agropecuarios en barcazas de 32 metros de eslora y competir con el monopolio de los ferrocarriles.
"El Canal del Norte" fue un plan del gobernador Marcelino Ugarte, quien en 1902 proyectó unir la Laguna de Mar Chiquita con el partido de Junín, aprovechando las aguas del río Arrecifes, arroyos y afluentes del río Salado.
Un siglo y quince años después todavía pueden verse las estructuras arrumbadas de algunas esclusas, caballerizas, galpones y hasta puertos de ese proyecto faraónico, que fue abandonado seis años después de haber sido puesto en marcha, con el 80 por ciento de las obras terminadas, sin que quedaran registros formales de los motivos.
Se invirtieron casi diez millones de pesos de la época, unos 30.000 pesos por kilómetro, y se levantaron 17 puertos de un total de 22 que se habían proyectado, pero el trabajo combinado de ingenieros, constructores y obreros naufragó en 1909, sin alcanzar la meta original de lograr que el canal quedara inaugurado para el centenario de la Revolución de Mayo.
En su libro "El primer Viaje", el escritor e investigador del Canal del Norte Eduardo Cormick retrata en versión novelada la historia del constructor del canal que decide viajar igual hasta la obra, pese a que recibe la triste noticia de que su proyecto quedaba suspendido.
Cormick remarcó a Télam que en la ciudad de Salto todavía pueden verse viejas paredes que, con un sistema de compuertas, "permitían esclusar el agua para que navegaran las barcazas, como parte de un plan que, a pico y pala, demandó el esfuerzo de cinco mil hombres en total".
El investigador añadió que "la idea de máxima era sumar al Canal del Norte otro, que partiría desde La Plata hacia Olavarría e incluía los puertos de Cañuelas, General Alvear y Tapalqué, y un tercero hacia el norte, que uniría Rojas, Pergamino y Colón".
En Buenos Aires, 17 puertos -uno de ellos de ultramar, en Paraná de las Palmas- quedaron en ruinas, al igual que las caballerizas que se habían levantado en parte de los 340 kilómetros que bordeaban el Canal del Norte, recuerda Cormick y agrega que "según lo planificado, a lo largo del recorrido las esclusas nivelarían el agua y las barcazas -de extremos planos, sin proa ni popa- serían tiradas por caballos desde caminos de sirga, laterales al canal".
Esa fórmula funcionó en Francia en el siglo XVII en el Canal du Midi, una vía navegable artificial que une el río Garona con el mar Mediterráneo. Si bien el canal no rindió los frutos esperados en materia comercial en el país galo, actualmente es una de las atracciones turísticas más convocantes del sur de Francia.
Algunos creen que el proyecto de Ugarte claudicó a la presión de las empresas ferroviarias que no querían competencia para el transporte de granos; otros, simplemente ven el peso del rechazo permanente de Luis Augusto Huergo, el primer presidente de la Sociedad Científica Argentina y quien desde un principio consideró "inviable" el plan ante quienes debían aprobar las obras año a año.
Mucho más cerca en el tiempo, a principios de este siglo, ingenieros daneses elaboraron un proyecto para canalizar y regular el agua en 20.000 kilómetros cuadrados de la zona de General Pico, en La Pampa, luego de unas fuertes inundaciones ocurridas en 1999.
La propuesta estaba destinada a drenar, canalizar y regular el agua en la región del noreste de la provincia y abarcaba los departamentos de Realicó, Chapaleufú, Maracó, Trenel, Quemú Quemú, Conelo y Catrilo.
Con fondos del Ministerio de Planificación el plan se puso en marcha en 2003, pero varios productores se opusieron a la expropiación de terrenos para la construcción de las obras hídricas y presentaron recursos de amparo que terminaron frenando la iniciativa, en su primera etapa de desarrollo (de un total de tres).
El gobierno de La Pampa reclama ahora al gobierno nacional que se vuelva a poner en marcha el proyecto, pero primero deben resolverse los problemas jurídicos con los dueños de los campos para luego rediseñar el plan, con un nuevo presupuesto que podría alcanzar los 1.900 millones de pesos, que contemple la restauración de los canales -en estado de abandono- que quedaron sin terminar.
Otra muestra de soluciones fallidas es la ruta nacional 7, hoy intransitable en el tramo que une Buenos Aires con Santa Fe por la crecida de la laguna La Picasa: fue levantada, rellenada y mejorada cinco veces en los últimos 20 años, pero nunca se logró frenar el agua y ésta es la tercera vez que queda sepultada por las olas en este lapso.
Desde diciembre a marzo último, por ejemplo, Vialidad Nacional gastó 300 millones de pesos en obras de relleno -con material y piedras- a los costados de la ruta para proteger la carpeta asfáltica, pero, en simultáneo, las lluvias y tormentas se volvieron extremas y el agua volvió a superar todas las marcas.
En paralelo, en Concordia, se está reformando la defensa Sur sobre el río Uruguay, una construcción que se inició en el 2016 y que estará terminada en dos meses. Esas protecciones, que datan de la década del 90, dieron protección inicialmente a las casas de unos 12 mil habitantes.
Sin embargo, el agravamiento de las condiciones climáticas hizo que esa ciudad entrerriana quedara este año completamente inundada, con un pico máximo de 14,7 metros de altura en el puerto el mes pasado. Recién en los últimos días su situación empezó a mejorar, aunque las calles quedaron cubiertas de lodo y cientos de viviendas destruidas.
"Las obras no se hacen rápido y, por eso, muchas de ellas fueron dejadas de lado porque no generan rédito político en lo inmediato", advirtió el subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación, Pablo Bereciartúa.