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Angel Llera comentó:
Conozco algo del tema ya que tuve la oportunidad de leer un trabajo del Licenciado Alfredo Armando Aguirre, hace ya algunos años, el cual realizó una investigación en la Biblioteca del Congreso, en la de la Facultad de Derecho de la UBA y en la de Ingeniería y en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires.
Quedé asombrado por la lucha de intereses, las tremendas disputas, el boicot al proyecto, las explicaciones técnicas en contra para demostrar su inaplicabilidad; es decir la lucha entre dos escuelas de ingeniería:una que defendía a las vías navegables por su gran economicidad y la otra considerando la indiscutible primacía de los FFCC por su moderna tecnología y descartando de plano a la otra por obsoleta e impracticable en la provincia. Es evidente que la disputa excedió lo académico para devenir en una lucha de intereses.
En esa época las dos tecnologías estaban amparadas y promovidas por la Constitución de 1853 con el fin de materializar las comunicaciones para integrar definitivamente el país.
El tema es también muy interesante por la circunstancia histórica en que se da. La Argentina del Centenario, Inglaterra engarzando a nuestro país en el orden mundial que ella vertebró. La provincia de Buenos Aires que no se resignaba a acatar la ley de 1880, por la que perdió a la ciudad de Buenos Aires. Recuerdo que aquella tenía su puerto, su ferrocarril, su universidad, su telégrafo y también quiso tener su propia red de canales. Me parece que por 1900 había casi 20.000 kilómetros de vías de capitales ingleses y franceses de condición monopólica imponiendo fletes que obviamente distorsionaban la realidad económica. Había que frenarlos, pero ... ya habíamos vendido el FC Oeste por 1890 a su Graciosa Majestad. Brutal...¿error?
En fin es esta abortada construcción se dieron circunstancias muy llamativas: la oposición de movida del diputado Williams, las objeciones técnicas del ingeniero Huergo (nuestro primer ingeniero), la renuncia del primer contratista creo que de apellido algo así como Candiani, reemplazado luego por un corralonero, vendedor de maderas en Plaza Constitución. El informe Sal paralizando todo y el dictamen Luiggi (que diseñó la base naval de Puerto Belgrano) y Aguirre (decano de Ingeniería de la UBA) embarrando la cancha.
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