domingo, 4 de julio de 2010

Los comienzos - 2

Santiago Roth
La construcción de un canal de Bahía Blanca a las provincias andinas, bajo el punto de vista hidrogeológico.
Revista del Museo de La Plata, tomo XVI (segunda serie, tomo III) páginas 171 a 203. Buenos Aires, imprenta Coni Hnos, 1909, apareció el 17 de junio.



La construcción de un canal


En el año 1905 tenía el encargo de estudiar las condiciones de las aguas subterráneas en la región de Mar Chiquita, en Junín. Convencido que el proyectado embalse de las aguas de lluvia de estas lagunas, con que se quería alimentar el Canal del Norte, no iba a dar el resultado esperado, traté de demostrar que existe la posibilidad de proveer a éste con agua surgente. Las investigaciones detenidas, demostraron pues, que había existido aquí antes un gran estero, que tenía una extensión mayor que el estero Patiño del Pilcomayo en el Chaco. En este estero desembocó en un tiempo el río Cuarto.
Este antiguo estero forma hoy un sistema de cañadas, que se ramifica en distintas direcciones. Durante gran parte del año, estas cañadas están secas y solamente en épocas lluviosas corre agua en algunas de ellas.
Una de las ramas principales atraviesa el partido de General Arenales, bifurcándose en ramas laterales. Aquí he hecho numerosas perforaciones, de las cuales resultó, que debajo de un banco de una especie de arenisca calcárea, de medio metro a uno de espesor, el subsuelo se compone de arena fluída fangosa, en la cual el agua circula con bastante fuerza, hallándose a menos de un metro bajo la superficie de la tierra y surgiendo en muchas partes en una altura de 80 a 86 metros sobre el nivel del mar.
Para ser navegable el Canal del Norte, el agua debe llegar en la primera trama a la cota de 75 metros, de manera que el agua surgente del partido General Arenales puede ser utilizada perfectamente bien para su alimentación. La objeción, que el agua de estas cañadas no es permanente y se agotaría, es infundada.
Aquí no se trata solamente de agua que proviene de las lluvias locales, sino también del agua del río Cuarto que circula subterráneamente, y está bien demostrado que es permanente. Todos los ríos y arroyos de la provincia de Buenos Aires que están alimentados por agua surgente de la misma naturaleza, como el arroyo del Medio, los ríos Arrecifes, Areco, Luján, etc., son de agua permanente y nunca se ha secado ninguno de estos, ni en los tiempos más secos. Más serio que el problema de la provisión de agua es el de la permeabilidad del terreno entre Junín y Salto; pero no entro aquí en mayores detalles; la comisión nombrada el año pasado para practicar estudios suplementarios ha confirmado todas mis observaciones hechas a este respecto.
Las llanuras argentinas forman en su conjunto un inmenso sumidero del desagüe de las cordilleras y de las aguas pluviales. Los depósitos sedimentarios están saturados de agua de tal manera, que el nivel del agua subterránea llega en algunas partes casi hasta la superficie de la tierra. Demás es decir, que para explotar racionalmente esta riqueza de agua hay que darse cuenta de su procedencia y de las condiciones en las cuales se encuentra en el subsuelo.
Respecto a la influencia que tienen las aguas pluviales, se sabe, que el nivel de los pozos es más alto en los años lluviosos que en los tiempos secos; pero se observa también, que el agua de los pozos sube sin que en la respectiva localidad caigan lluvias y baja a pesar de las lluvias locales. En ciertas regiones baja el agua en los pozos, cuando reina viento norte y vuelve al nivel normal, cambiando el viento. Es de sentir, que sobre este fenómeno no existan datos que se basen en mediciones exactas, como se hacen ahora en los ríos de la república. Yo había iniciado la medición de una serie de pozos de distintas líneas del ferrocarril; pero cuando dejé el trabajo en el mapa hidrogeológico de la provincia de Buenos Aires, no se ha vuelto a medir.



Al terminar el período cuaternario hubo una nueva transgresión…El mar entró por el delta del Paraná hasta San Pedro, donde se mezclaba el agua dulce con al agua salada y donde se depositaron los bancos de conchillas de Azara labiada que viven solamente en agua salobre. El agua de los ríos quedaba nuevamente represada en el interior de la llanura pampeana, y los bajos por donde corría antes, se llenaron de aluviones. En estos se encuentran depósitos aluviales, que tienen hasta veinte y más metros de espesor. Esto trajo por consecuencia, que los ríos en vez de correr por lechos, inundaron grandes zonas, donde depositaron el material que acarrearon de las serranías. Los médanos que se hallan en los partidos de Junín, General Arenales, Bragado, Lincoln, General Pinto, etc., provienen en gran parte del material que acarrearon en aquel tiempo los ríos Cuarto y Quinto. Cuando entró el último período de regresión, los ríos no abrieron nuevos cauces, sino que sus aguas se perdieron en grandes esteros. Así que los ríos que nacen en las sierras acumularon únicamente material y perdieron en la llanura completamente la actividad erosiva, los cauces de los antiguos ríos se han borrado por completo, pero se puede conocer todavía la dirección que tenían por las cañadas, que a veces se pueden distinguir del terreno vecino solamente por la calidad del pasto que crece en estos lugares. A causa de la acumulación de materiales de los esteros, el terreno se eleva siempre más, lo que tiene por consecuencia que estos se retiran hacia las regiones de las montañas. El río Cuarto, por ejemplo, que en los tiempos postpampeanos desembocaba en el estero que existía en el partido de General Arenales, desemboca hoy en el estero que se ha formado a unas pocas leguas de La Carlota.

Los ríos y arroyos que nacen en la Pampa, se pierden en su curso superior, verificándose este proceso en tiempo relativamente corto, se puede decir, a nuestra vista.
En el nordeste del partido de Pergamino ha habido un gran bañado que se extendía hasta la provincia de Santa Fe y del cual se apartaban varias cañadas en distintas direcciones. En las cañadas existían grandes lagunas que tenían agua durante todo el año, porque estaban alimentadas por las aguas subterráneas: de ellas salían el arroyo del Medio, el arroyo Pergamino y el arroyo Salto. En los años 70 del siglo pasado el arroyo del Medio arrancaba en las lagunas de Cardoso, que se hallaban en la cañada Leones. Actualmente el arroyo principia unas ocho leguas más al este. La cañada Leones se junta cerca del pueblo Colón (antes Fortín Mercedes) con la cañada de Rojas. Aquí había una laguna, en la cual nació el arroyo Salto, que hoy principia cerca del pueblo Rojas. El arroyo Pergamino salió antes de la laguna Juncal Grande, que se hallaba en el centro del bañado mencionado. En el tiempo de cuarenta años, que yo lo conozco, se ha borrado el cauce de en una extensión de más de seis leguas y el bajo, por donde corría, se ha transformado en una cañada, donde hay agua solamente cuando llueve.
En el paraje, llamado Los Manantiales en el partido de Pergamino, existió unos veinticinco años atrás, otro gran bañado con lagunas de agua permanente y de éstas salía un arroyo que desembocaba al arroyo Ramallo; hoy éste ha desaparecido en casi todo el trayecto y en las lagunas apenas hay agua cuando llueve mucho.
En las inmediaciones del pueblo Pergamino ha habido hace pocos años varios afluentes del arroyo Pergamino, con agua permanente, porque estaban alimentados por las aguas subterráneas; hoy no hay ni vestigio de estos arroyos y se siembra maíz en esos sitios.
El fenómeno que los ríos y arroyos se pierden en su curso superior se observa en toda la parte de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Las lagunas, donde antes nacían, se han secado casi por completo y en los bañados apenas se junta hoy un poco de agua en los tiempos de lluvia. Esta particularidad no se puede atribuir a un cambio climatológico. En los últimos treinta años las lluvias eran más regulares y no ha habido prolongadas secas como antes. Los bañados no se secaron por falta de lluvia, sino por la acumulación de material en estos lugares. En el tiempo, cuando en las lagunas nacían los mencionados arroyos, ellas se hallaban en el nivel de las aguas subterráneas y por esta razón eran de agua permanente. Pero como en los bañados hay siempre una abundante vegetación que retiene el material que los vientos traen de las comarcas vecinas, el terreno se eleva paulatinamente, llegando con el tiempo a un nivel más alto que las aguas subterráneas. Para que se pueda formar una capa de tierra vegetal, basta que el lecho de un arroyo llegue a quedar en un nivel un poco más alto que hasta donde alcanza la presión hidrostática de las aguas subterráneas. Esta capa aumenta tan rápidamente que el arroyo se transforma en pocos años en una cañada, donde no corre agua en la superficie.
La presión hidrostática de las aguas que circulan en la formación pampeana cambia a cortas distancias. Se pueden observar en las barrancas de los ríos y arroyos pequeñas cavernas y zanjitas conde el agua brota en muchas partes en un nivel superior a la altura de la corriente en los tiempos normales.
Todas estas circunstancias hacen posible la construcción de canales navegables, por comarcas donde hoy no corre agua en la superficie. Para alimentarlos no hay necesidad de construir represas de las aguas de lluvia, como se les había proyectado para el Canal del Norte. En las cañadas el agua subterránea circula a muy poca profundidad y con ésta se pueden alimentar los canales en todo tiempo. Difícilmente se encontrará otra región como la de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, donde las condiciones naturales del terreno se presentan tan favorables para esta clase de obras.
Pero antes de trazar un canal hay que estudiar no solamente las condiciones de las aguas subterráneas sino también la constitución geológica en general de la respectiva región. La permeabilidad del terreno es un problema tan importante como la provisión de agua para asegurar el éxito.

Los comienzos - 1

LA INGENIERIA
Año VI, Num 19
Buenos Aires, 15 de Octubre de 1902, Num 106
ESTUDIOS DE CANALES EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
INICIATIVA DEL MINISTRO ETCHEVERRY

La tan debatida cuestión sobre construcción de canales navegables en la provincia de Buenos Aires, va a tener al fin su solución científica, por medio de los estudios ordenados por el respectivo gobierno, a iniciativa del ministro de Obras Públicas, ingeniero don Angel Etcheverry.
Muchos son los proyectos, ninguno realizado, que desde mucho tiempo atrás han salido a la luz, tendientes a dotar de canales navegables al rico y extenso territorio de esta provincia, que ofrece a los transportes los productos de inmenso valor pecuniario e industrial de su ganadería y agricultura.
Esta provincia, con 1.000.000 de habitantes y sobre una extensión de 300.000 kilómetros cuadrados, de los cuales una gran parte está alejada hasta de 500 kilómetros de los puertos y centros comerciales, no tiene una sola vía de navegación interior, de modo que todos sus productos deben transportarse en los ferrocarriles, que están muy lejos de ser vías económicas, capaces de permitir el desenvolvimiento conveniente de las regiones, como estas, puramente agrícolas y ganaderas.
Todos los esfuerzos que se han hecho hasta ahora, para resolver el problema de los transportes económicos, han sido inútiles, los ferrocarriles siguen monopolizando la totalidad del tráfico y ya empiezan a constituirse en trust, amenazando la producción del país, con las altas tarifas que las fusiones permiten establecer.
El territorio de esta provincia, sobre una superficie tan extensa, presenta una llanura sin mayores depresiones o altitudes, sin cauces hidrográficos de importancia, que pudieran suministrar el agua suficiente a la alimentación permanente de canales navegables. Sus lagunas son de poco fondo y escasa extensión, de modo que no presentan facilidades para almacenar grandes caudales, así como sus arroyos no presentan, a priori, facilidades para la formación de pantanos reguladores y economizadores.